Os cuento cómo surgió el relato "Un guirigay de trapos y bayetas" que viene en la novela.
Mientras
ponía en orden las ideas para intervenir en uno de los espacios de diálogo sobre la calidad personal, recordé una anécdota que cuenta la
historia de un bebé abandonado en la puerta de una empresa. Ante semejante
acontecimiento, los 'sesudos' directivos se hacían la siguiente pregunta:
"¿Pertenece el niño a nuestra Organización?". La respuesta no se hizo esperar. Tras
una escasa deliberación, llegaron a la siguiente conclusión:
El bebé no pertenece a la empresa por cuatro razones:
- En esta empresa nada se hace con amor y placer.
- En esta empresa nunca han colaborado dos personas
tan estrechamente.
- En esta empresa se hace nada que tenga pies ni
cabeza.
- En esta empresa jamás se ha logrado terminar algo programado a tan largo plazo (nueve meses).
Pensé entonces (y también ahora) que el bebé que hoy
nos podemos encontrar desvalido tirado a nuestra puerta se llama 'convivencia' que unida a la cultura popular no hace otra cosa que gritar entre
estertores la 'palabra' cambio. Pero, ¿qué habremos de cambiar si los seres
humanos somos a la vez promotores y gestores del cambio?
La contestación puede
llegar a través de cómo nos enfrentemos a la llamada crisis, pues, sin duda los
seres humanos estamos permanentemente en crisis y la salida de un dilema
conduce invariablemente a la molesta postura de la decisión. Y toda elección
plantea un dilema. En este caso, ¿elijo la ruta del cambio favorable al todo o
me decanto por la vía que favorece los propios intereses?
...¿Qué opinas? Marina, en la novela, deja alguna 'pista' en el diálogo del trapo y la bayeta.
1 comentario:
Lola, entra y deja tus opioniones.
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